Arrójate sobre mí, revive la sangre,
saca, hierve, cimbra mis genes
prehistóricos, prehispánicos
¡Revélate Kukulkán!...
Levántame en tus plumas hacia tus reinos
y haz que mi cabeza se transforme en sol,
mis lágrimas en lluvia
para que brote el maíz y las agriculturas
con su regalo de vida y jacarandas.
Te pido interceder a la bondad
y la paz de las estrellas y de Venus
para aliviar el dolor de nuestra Tierra,
el único planeta que nos das Kukulkán
y nos impidas conquistar otros
porque sabes que también los destruiremos
si antes no nos calmas
con la fuerza de tus eclipses que construyes perfectos
enlazando lunas y soles presente y futuros.
Kukulkán, invítame ahora al equinoccio
por donde desciendes cada marzo
en una exactitud de luces y sombras triangulares
permite quedarme en ti,
necesito tu destreza de reptil
para surcar los meses y los años que me quedan,
ir del Este a Oeste de nuestro continente
atravesar el aro de tu juego de pelota
a fin de superar mi pobre dimensión
y aparecer en las tuyas inmensas de arco iris.
Requiero Kukulkán me orientes con tu luz,
ésa que irradias desde Chichén Itzá y Uxmal
la lleves solidaria hasta Teotihuacán y Tenochtitlan
--los cimientos del cosmos--
junto al hermano padre Quetzalcóatl
y revivas al Aztlán original de garzas y desiertos.
Kukulkán, dame tus siglos,
el silencio que arrastras sobre la selva
que ya me clarifica
y ofrece el aleteo del quetzal,
descanso en las alturas de la ceiba
viendo la lluvia desde ahí
cómo baja los escalones de tu pirámide
y lava, limpia y lustra tu lomo emplumado de milagros...
Kukulkán mírame, estoy en tus fauces
atravesé generaciones y conquistas,
tres cielos, dos océanos, istmos y penínsulas
para llegar aquí,
a la entrada fabulosa de tu boca de serpiente
para saber de ti, lo que ocultaron
e incendiaron en un intento inútil de olvidarte
Kukulkán
porque nunca me dijeron cómo rendirte reverencias,
si debo o no traer ofrendas
pero aquí están mis idiomas,
libros, versos, mi herencia convertida
en descendencias...
Te traigo, pues, inocente e ingenuo,
toda mi ignorancia
para que me ilumines Kukulkán
y extraigas mi sudor contaminado
las toxicidades internas que me imponen al norte
de donde vengo pagando mandas,
el norte joven, superficial, con sus inventos efímeros
satisfacciones rápidas y comidas de plástico.
Haz, pues, que mi cuerpo
sea azul y diáfano como el agua de cenote,
beber la pócima del cacao sin azúcar
sazonarlo sólo con nuestros chiles
y hierbas olorosas,
tu receta original Kukulkán
y pueda conservar mi piel morena
hacerla más lustrosa y resistente
al ataque de otras radiaciones
que mis ojos, por fin, sean igual a tu mirada
que caza a las galaxias
que mi ser se transforme
en un horizonte limpio y sano
tal y como lo dejas después
del huracán y la tormenta
Kukulkán,
toma, pues,
mi corazón y transmútalo en amor
para que regrese por siempre
la armonía y el equilibrio
en todo el Universo habido y por haber...
Chichen Itzá, Yucatán—Turlock, California. Julio-Agosto 2021
*Obligatorio