"Poecrónicas"

--Columna Semanal--

La lectura individualiza, te hace librepensador: Enrique Serna - 28.04.2023

Por Manuel Murrieta Saldívar

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Imagen: Rodeando al novelista mexicano Enrique Serna en University of the Pacific, Stockton, California. Fotografía tomada por David Magallanes.
Imagen: Rodeando al novelista mexicano Enrique Serna en University of the Pacific, Stockton, California. Fotografía tomada por David Magallanes.


Para David, que estuvo ahí.

  • STOCKTON, CALIFORNIA. En una amena charla, salpicada de humor y anécdotas personales, el novelista mexicano Enrique Serna hizo un recuento de los libros que cambiaron su vida. Invitado por la University of the Pacific de esta ciudad del norte de California, primero hizo una introducción sobre la importancia de la lectura, dirigiéndose especialmente a los estudiantes que arribaron al auditorio del edificio de biología, invitados por el organizador Dr. Martin Camps. Al respecto, Serna concluyó que leer es tan vital y transcendental porque “te separa de la masa y te conviertes en un individuo, te individualiza y te transformas en un librepensador” fuera de las influencias que le imponen a la mayoría.
    Y ahora sí, dijo después de unos quince minutos, “vamos a entrar en materia”, iniciando con la obra Corazón, diario de un niño que trata sobre unos colegiales de un internado en Turín, Italia. Y lo influye, a pesar de lo melodramática de la historia, especie de antítesis de Pinocho, porque le fue leído por su madre. Y fue así, precisamente, como se hizo lector y una especie de buen hijo porque aprendió que, si se trata de hacer determinada actividad y es aprobada por tu madre, “todo estará bien”. Leer, pues, estaba bien, y entonces, gracias ella y por imitación, continuó con la lectura de los clásicos tipo Mark Twain y Julio Verne quienes posteriormente, ya adolescente, lo llevaron a descubrir a Edgar Allan Poe, H. G, Wells, Ray Bradbury. Ellos lo marcaron para escribir sus primeros cuentos de tipo fantástico.
    Esa inocencia de adolescente fue trastocada con el descubrimiento de la obra El Rubaiyat, del poeta persa Omar Khayyam, con sus revelaciones y el éxtasis místico profundo. El secreto fue que, al leer y releer esos cuartetos, entendió que en realidad “no existe el más allá”, que todo está aquí y hay que disfrutar la existencia en este plano, incluyendo la embriaguez, no sólo espiritual, sino también la causada por la bebida y placeres terrenales. Leía y releía esos poemas, extasiado, hasta los compartía con quien se dejara, incluyendo a una vecinita que al escucharlo lo atacó a besos comprobando el impacto que produce la poesía y la literatura en general.
    Luego salta a lecturas más mundanas y materialistas en su etapa de estudiante de periodismo en la prestigiada UNAM en una época, los ochentas, en las que domina el marxismo-leninismo tanto dentro como fuera de las aulas. Así es que se topa con el clásico El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado de Federico Engels en donde se establece que, entiende, el ser humano es un polígamo por naturaleza y Serna tiende a renegar de la monogamia. Simpatiza, pues, no solo con tener múltiples relaciones sino, además, cómo no ser un padre responsable. Esto porque, según Engels, el matrimonio es contra la natura y es inventado por el hombre para asegurar que los hijos que tanga deben provenir de una sola mujer. De esta manera, el patriarca sabe a quién heredar sus bienes materiales y excedentes que viene acumulando. Sin embargo, al paso de los años, Serna simpatiza con la monogamia… En esta formación marxista, aclara, nunca pudo completar de leer la monumental obra El capital de Carlos Marx no solamente debido a su enorme extensión sino, además, por la serie de fórmulas y cálculos económico que incluye.
    Pero esta etapa empieza a flaquear con las lecturas del novelista checo Milán Kundera y los ensayos políticos de Octavio Paz que traslucen críticas y decepción por el sistema socialista real, lo que se refuerza con la desaparición de la Unión Soviética. Es ahí, concluye, que seguir una ideología única, es como ser un religioso que adora a un único dios: es mejor seguir la tendencia y la posición de ser un “librepensador” como lo es hasta la fecha.
    Su búsqueda y otras opciones estéticas e ideológicas lo lleva a leer al novelista inglés Oscar Wilde al cual descubre, no en las aulas, sino en su trabajo como publicista en la ciudad de México. Rodeado por sus ingeniosos y ocurrentes colegas creando anuncios en general, detectó que el ingenio no se hereda ni es espontáneo, sino que se tiene que ejercer, practicar, trabajar. Y en ello ayudó mucho Wilde, constantemente mencionado en su trabajo, del cual llega a leer sus obras completas y aprende que hay que ser transgresor, ser rebelde, pero no de manera burda y explícita, sino con sutiliza, con inteligencia, con manos de seda. Precisó que el cuento “El ruiseñor y la rosa” lo marcó en definitiva concluyendo que el humor negro transforma el dolor en placer.
    De la fina ironía de Wilde, salta al hedonismo de las novelas eróticas de Henry Miller, Trópico de Cáncer, Trópico de Capricornio, de las cuales obtiene la lección de colocar en el mismo plano las necesidades del cuerpo y las del espíritu. Y sobre la vida austera y de necesidades de Miller, sobre todo en París, dedicado más a su producción literaria, deduce que es bueno alejarse del mero objetivo de tener éxito económico, o creer que “sin éxito económico la vida es un fracaso”. Esto lo lleva, a Serna, a una vida de despreocupación material y entra en un periodo de vida de bohemia, sin tanta búsqueda de ingresos, etapa en la que abundan los placeres, más preocupado en recorrer las cantinas de la ciudad de México, a veces en una situación autodestructiva, que en asegurar salarios u honorarios en abundancia.
    Sin embargo, Serna se recupera gracias, lo que sorprende a toda la audiencia, a la poesía de Rubén Darío, especie de tabla de salvación. Si la poesía de Omar Khayyam, lo introdujo en la adolescencia a los placeres de la bebida, despreocupado del mundo del más allá, Darío lo hace encontrar “la serenidad en el caos”, ya como adulto. Esto a pesar de que el mismo poeta nicaragüense fue un bebedor empedernido. Serna encuentra en los Cantos de vida y esperanza, no sólo la calma para graduarse de la UNAM con un grado de letras hispanas, sino a encontrar el control, domar al potro sin freno como lo estipula Darío: hay que destilar licor, pero en la poesía, para poder emborrachar, embriagar a los lectores con ella…
    Precisamente, eso es lo que Enrique Serna hizo en esta charla, embriagarnos con su sabiduría, con sus lecturas, con su impresionante recorrido como lector. Y para comprobar sus dichos, y gracias al azar, coincidimos en un restaurante japonés en donde únicamente bebió una copia de vino blanco. Así nos siguió, a los colegas profesores y autores Martín Camps, Manuel Camacho y a mí mismo, emborrachando con sus palabras de sabio y exitoso novelista que salió de su refugio de Cuernavaca tan solo para deleitarnos con su arte, privilegiados, en este oasis del español que esa tarde se convirtió Stockton, California…¡Y que ahora nos siga embriagando con su obra, gracias Enrique!...

    Stockton, California, abril de 2023

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