Dónde quedó tu cara
que se extendía morena cuadra a cuadra,
atravesaba mi puerta,
todo tu cuerpo desarrollándose
en los confines del mundo…
Dónde tu caballera,
si la lluvia la mecía
con manos de gotas y frescura
tu caminar,
tus paseos
en las primeras banquetas de mi barrio
dónde el recuerdo de los otros
te recuerda,
dónde,
si bebimos de tu estampa,
de tus contornos
y tu nobleza
de amiga extendiendo la mano siglo a siglo…
Dónde la emoción y el escalofrío
al escuchar y pronunciar
tu sobrenombre,
niña de toda una década
que se quedó archivada
en unos cuantos juegos
transformaciones de tapias,
postes y viviendas
o quizá entre montones de nada…
(Dame por favor
otro intercambio de dulces,
el olor a yerbabuena,
el sabor de higos y limones
cosechados detrás del cerco de tu casa,
ahí donde la infancia
quedó paralizada en un relámpago)…
Dónde, si nuestras sonrisas
se anidaron en las copas de los árboles
cada verano largo largo
cuanto dura una tarde
dónde andarán tus palabras,
las invitaciones a caminar rumbo a la escuela
intercambiando libros,
cuadernos
y el auxilio urgente para entregar una tarea
dónde estará el vaivén de tus pies
la suavidad de tu boca
el reflejo de tus lentes atravesados
por aquel eclipse
cuando fuimos devorados
por la sombra rápida de una luna callejera
dame más de tus abrazos alargados
no sé si de bienvenida
o la despedida última,
toda esa infantil ternura
que transmitías
con tus ojos
ahora ya remotos
pero que me ofrecieron
la felicidad primera sin yo merecer nada…