"Poecrónicas"

Pioneros del periodismo en español en Arizona - 23.06.2023

Por Manuel Murrieta Saldívar

Compartir en:

Imagen: portada del libro Mi letra no es en inglés donde se analiza la poesía escrita en español por El Tucsonense, pionero del periodismo hispano en Arizona. Imagen del archivo de Editorial Orbis Press.
Imagen: portada del libro Mi letra no es en inglés donde se analiza la poesía escrita en español por El Tucsonense, pionero del periodismo hispano en Arizona. Imagen del archivo de Editorial Orbis Press.

  • Carlos I. Velasco luchó contra las invasiones filibusteras en Sonora pero entrada la segunda mitad del siglo XIX y, en busca de paz política, dejó su natal ciudad de Hermosillo y se instaló en Tucsón, Arizona. Ahí nunca renunció a su ciudadanía mexicana, creó fraternidades y grupos culturales y fundó en 1873 uno de los primeros periódicos en español de la frontera: El fronterizo. Esta publicación fue frente de resistencia cultural e ideológica contra la penetración norteamericana, sobre todo después de la venta de La Mesilla en 1853—en la cual el norte de Sonora pasó a formar parte de Arizona.

    El fronterizo luchó contra la influencia anglosajona que se adueñaba de tierras y negocios, afianzaba el control político y amenazaba con la conquista cultural. Patriota y romántico, Velasco, además de la noticia, abría las páginas a la literatura regional, mexicana e hispana en general. A través de la difusión de poesía, testimonio histórico, artículo de fondo, cuentos de autores locales y regionales, mantenía la identidad y la continuación del idioma español.

    El fronterizo sobrevivió un par de décadas y fue inspiración para otros periódicos que harían huella: en marzo de 1915 aparece El tucsonense, fundado por Francisco S. Moreno (nacido en 1877), quien a los 12 años había dejado también su natal Hermosillo para instalarse en el polvoso Tucsón. Moreno publicaba este periódico dos veces por semana, dirigido al "culto pueblo de habla castellana de Arizona" con el objetivo de "dignificar la raza mexicana; difundir todo lo bueno de que es capaz a fin de que conocido por los americanos se le pueda apreciar en su justo y verdadero precio"(editorial del 15 de marzo de 1919).

    La muerte de Francisco S. Moreno, en 1929, no impidió que El tucsonense desapareciera, heredándolo a su esposa e hijos quienes lo sostuvieron hasta 1957. El tucsonense, con casi medio siglo de existencia, conserva aún el récord de permanencia y tradición no superado por ningún medio hispano en la región. Organizó una amplia distribución transfronteriza, manteniendo vivo el contacto con las comunidades y las culturas madres, sonorense, mexicana y latina. Los lectores en español, además del quehacer regional, se informaban de los acontecimientos de Hermosillo, Ciudad de México o Buenos Aires.

    El tucsonense, además, irradiaba literatura y temas de arte en general publicando a autores mexicanos o reproducía los escritos de los más famosos escritores de España y Latinoamérica. Este periódico, aún hoy podría ser ejemplo de periodismo cultural en español si se compara con lo que producen las publicaciones hispanas que ahora circulan en Arizona más con la intención comercial que la de informar y educar. Al mismo tiempo que reportaba sobre guerras mundiales, revueltas revolucionarias mexicanas y soviéticas, escribía sobre la vida y la poesía de Rubén Darío, Amado Nervo o Gabriela Mistral.

    Mientras el presidente Alvaro Obregón recorría en tren el trayecto Nogales- Tucsón, El tucsonense, reproducía las inspiraciones poéticas del general sonorense. Con grandes titulares y adornados poemas, fue pionero en festejar, desde 1915, las fiestas patrias del 15 de septiembre o la batalla del 5 de mayo. Moreno publicó también a los poetas regionales, aficionados a un lirismo sentimental y romántico, radicados en Nogales, Flagstaff, Tempe o Phoenix. Sabía de la importancia de registrar el sentimiento hispano de la época: la nostalgia por el terruño de los nuevos migrantes, el patriotismo exaltado ante el encuentro con lo norteamericano; el sentimiento religioso como alivio a la soledad y frustración o la fraternidad hacia el trabajador ante la discriminación.

    Incluía a su vez todo lo relacionado con lo hispano: cada 12 de octubre, día de Colón, aparecían poemas de peruanos, argentinos, chilenos, caribeños, que se asentaban en el desierto dispuestos a hermanarse con la mayoría mexicana. Además, Moreno captó cómo los mexicanos recibían sin remedio el impacto de la sociedad dominante: no obstante la preferencia por una literatura culta y de respeto a la academia de la lengua española, El tucsonense reconoció la nueva cultura: empezó a imprimir los primeros experimentos bilingües del siglo XX de lo que hoy es la literatura chicana, esa poesía que jugaba con el inglés y el español. Esta sensibilidad literaria es admirable. A pesar de la falta de comunicación de aquel entonces, los editores pudieron mantener el contacto con el resto de América Latina.

    El tucsonense y El fronterizo, así, siguen siendo ejemplo de una resistencia por mantener la hispanidad y la mexicanidad en zona norteamericana, vacío que sigue sin ser cubierto por las publicaciones actuales en el área. La historia sobre la poesía en español publicada por El tucsonense, se analiza en nuestra obra Mi letra no es en inglés cuya reseña y síntesis de su contenido se encuentra en este enlace:
    http://www.orbispress.com/imagenes/reflexion/Miletra.htm

    Compartir en:

Envía tus comentarios:

*Obligatorio